

El cáncer de cuello uterino es el tumor más frecuente del aparato genital femenino y, en casi la totalidad de los casos, es inducido por la infección del virus del papiloma humano (HPV).
De acuerdo con las guías actuales, la prevención de esta enfermedad comienza con la vacunación específica entre los 11 y 13 años, disponible tanto para mujeres como para varones. Esto se debe a que el HPV se transmite entre individuos de cualquier sexo y, además del cuello uterino, puede causar cáncer en la vagina, vulva, recto, cavidad oral, faringe y pene.

El uso del preservativo es una medida fundamental para reducir significativamente la transmisión del virus, aunque no la elimina por completo. Además, previene otras enfermedades de transmisión sexual, como sífilis, hepatitis B y C, y HIV, que afectan a ambos sexos por igual.
Una vez iniciada la actividad sexual, es recomendable realizar controles ginecológicos periódicos. Entre ellos, el Papanicolaou (PAP), que analiza microscópicamente las células del cuello uterino, y la colposcopía, que permite la visualización directa de la zona mediante un colposcopio para detectar anomalías sospechosas.
Además, a partir de algunos años del inicio de la actividad sexual, se recomienda la detección específica del HPV mediante pruebas como la PCR. Esta prueba permite identificar la presencia del virus y determinar si se trata de un serotipo de alto o bajo riesgo para cáncer de cuello uterino, lo que posibilita ajustar la frecuencia de los controles ginecológicos según cada caso particular.
En caso de diagnosticar un tumor en estadios iniciales, el tratamiento suele ser quirúrgico. Si la enfermedad está en un estadio más avanzado, se puede recurrir a quimioterapia y/o radioterapia.
Cabe destacar que el útero también puede desarrollar otros tipos de tumores menos frecuentes, como el de endometrio, que afecta la capa que recubre la cavidad uterina, y el de la pared muscular del útero. Estos no están relacionados con el HPV y también pueden requerir tratamiento quirúrgico, quimioterapia o radioterapia.
Por otro lado, aunque no forman parte del útero, los ovarios también deben ser evaluados periódicamente mediante examen ginecológico, ecografía, resonancia magnética y marcadores tumorales. El cáncer de ovario, en general, se diagnostica en estadios más avanzados, por lo que su detección temprana es clave.
Cada 26 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Cáncer de Cuello Uterino, con el objetivo de concientizar sobre esta enfermedad.
MN 54568