Hoy se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la depresión
Hablar de depresión implica adentrarnos en el sufrimiento humano… muchas veces invisible… muchas veces muy tortuoso y otras tantas vergonzante.
La depresión es un trastorno mental que implica la alteración del estado de ánimo. Se caracteriza por la presencia de tristeza persistente, actitud de apatía y desgano, sensación de desesperanza y falta de placer vital.
La depresión puede afectar a cualquier persona y puede desencadenarse en cualquier momento de la vida. Es importante no confundirla con los cambios anímicos habituales o con estados emocionales transitorios asociados a situaciones específicas.
La depresión es una enfermedad heterogénea y multidimensional cuya prevalencia va en aumento. Tiene diferentes causas biológicas, psicológicas y sociales, y puede cursar con diferentes niveles de intensidad: Leve, moderado o grave.
Según datos de la OMS se estima que el 3,8% de la población general experimenta depresión, siendo más frecuente entre las mujeres que entre los hombres.
Aproximadamente 280 millones de personas en el mundo, sufren depresión.
El 1,4% de los niños de 10 a 14 años y el 3,2% de los adolescentes de 15 a 19 años, el 5% de los adultos (4% entre los hombres y el 6% entre las mujeres), el 5,7% de los adultos mayores de 60 años y más del 10% de las embarazadas y de las mujeres que acaban de dar a luz, padecen depresión.
Otro dato significativo, que también nos aporta la OMS es que cada año se suicidan más de 700.000 personas. Si bien no todos los suicidios están directamente relacionados con depresión, la depresión constituye un factor de riesgo para cometerlo y ese dato no es menor.
La depresión se define como un problema de salud mental, pero tiene impacto en la salud integral de quien la padece, afectando de manera variable en diferentes áreas de la salud bio-psico-social generando un círculo de retroalimentación entre causas desencadenantes y elementos que perpetúan la enfermedad.
Para comprender la depresión hay que considerar la compleja interacción entre factores psicológicos, biológicos y sociales. Quienes han pasado por circunstancias vitales adversas como duelos, conflictos interpersonales, escolares o laborales, pérdidas reales o simbólicas, problemas económico-financieros o eventos traumáticos tales como abandono, maltrato o abuso son más vulnerables a contraer depresión.
Quienes padecen depresión tienen mayor riesgo de ser víctimas de una enfermedad física, tanto por el impacto negativo en el sistema inmunológico, como por las frecuentes situaciones de descuido personal asociadas a la depresión (consumo de alcohol u otras sustancias, desordenes alimentarios, sedentarismo, insomnio, aislamiento social, etc)
A su vez, quienes están afectados por una enfermedad física pueden experimentar depresión a causa de las limitaciones de su enfermedad.
Asimismo, la depresión puede generar más malestar y estrés, impactando negativamente en las relaciones sociofamiliares y en el rendimiento académico o laboral, lo cual aumenta el sufrimiento subjetivo y, por consiguiente, favorece el mantenimiento de la propia depresión.
Según el DSM-5 (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales, Quinta Edición de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría -APA), la depresión se caracteriza por la presencia de al menos cinco de los siguientes síntomas durante al menos dos semanas: estado de ánimo deprimido (tristeza, irritabilidad, sensación de vacío), pérdida de interés o placer en actividades habituales, cambios en el apetito y/o peso corporal, trastornos del sueño, agitación o enlentecimiento psicomotor, fatiga o pérdida de energía, sentimientos de inutilidad o culpa excesivos, dificultad para concentrarse y/o tomar decisiones, pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
La buena noticia es que hay tratamientos efectivos para abordar la depresión incluyendo intervenciones psicológicas, diversos tipos de psicofármacos, ejercicio físico y otras actividades de autogestión que pueden complementar el abordaje terapéutico.
Para poder definir el método más adecuado para cada caso, es muy importante la evaluación clínica de un especialista en salud mental.
Frente a la sospecha de la enfermedad es necesario buscar apoyo de un profesional, quien podrá realizar un diagnóstico preciso y considerará el riesgo de los síntomas y el grado de intensidad del cuadro.
Si alguna persona cercana tiene este tipo de síntomas, es importante alentar la consulta con el especialista y adoptar una actitud empática y comprensiva. Entender que estamos hablando de una enfermedad y no juzgar a la persona que está luchando internamente con un enemigo invisible y, muchas veces, aterrador.
Para prevenir la depresión es importante fortalecer la propia autoestima y proteger la salud integral impulsando conductas concretas de autocuidado: Mantener una alimentación saludable, hacer ejercicio físico, respetar el descanso, cultivar emociones positivas, tener vínculos gratificantes y buscar un propósito de vida.
En un mundo cada vez más frágil, la depresión representa una amenaza tangible. Visibilizar el problema es el primer paso para tomar conciencia e implementar acciones que ayuden a disminuir el impacto de este estigma.
Psicóloga clínica y docente. Psicóloga del "Programa de Prevención Mi Bienestar Integral" M.N. 23493