A veces, la lactancia no sigue un patrón predecible. Un día todo parece en equilibrio y al siguiente el bebé pide el pecho cada media hora, se inquieta, llora, o por el contrario, toma menos que antes. Aparecen preguntas, dudas, sensaciones difíciles de poner en palabras. ¿Será normal?, ¿estará bien lo que estoy haciendo?.

En muchos casos, estos cambios coinciden con lo que se conoce como brotes de crecimiento: momentos en los que el desarrollo del bebé se acelera y su forma de alimentarse también se modifica. Puede variar la frecuencia, la duración o la intensidad de las tomas. Es su manera de adaptarse, de crecer, de regularse. Pero como todo en la lactancia, cada experiencia es distinta. No todas las personas lo viven igual y eso también está bien.

A lo largo de los primeros dos años, estos brotes suelen aparecer en etapas clave. Entre los 17 y 20 días, por ejemplo, es común que el bebé pida el pecho más seguido y busque mayor contacto. Esto se debe a que está creciendo a un ritmo sorprendente y la cercanía le da seguridad. Entre las 6 y 7 semanas, puede mostrarse más inquieto y aumentar la cantidad de tomas. Está ajustando el suministro de leche y comenzando a descubrir el mundo que lo rodea.

Alrededor de los 3 meses, las tomas pueden volverse más breves o menos frecuentes. Más adelante, cerca del año, puede aumentar el deseo de lactar no solo por hambre sino porque está atravesando un gran salto en su desarrollo físico y emocional y el pecho sigue siendo un refugio de afecto y nutrición. Hacia los 2 años, mientras gana autonomía, el pecho muchas veces sigue siendo ese espacio seguro al que sabe que puede volver.

Cada etapa tiene su particularidad, cada cuerpo su ritmo. Pero algo permanece: la lactancia no es solo alimento, es sostén, mirada, pausa, consuelo. Sabemos que no siempre es fácil, que hay días de cansancio, incertidumbre o frustración. Y también sabemos que hay momentos profundamente hermosos: una mano que acaricia, un silencio compartido, un bebé que se calma, una conexión que no se explica, pero se siente.

Por eso queremos decirte que está bien sentirlo todo. Que no hay una única forma de transitar la lactancia, pero sí muchas formas de hacerlo acompañada, con información, confianza y sin juicios. Porque cada lactancia es única, pero todas se construyen con amor y acompañamiento.