Cuidar de tus mamas no se limita a los controles médicos o al autoexamen: tu rutina diaria puede sumar a la prevención. Pequeños cambios en hábitos como la alimentación, la actividad física y el descanso pueden ayudarte a mantener tu bienestar y reducir riesgos a largo plazo. Incorporarlos de manera progresiva te permite estar más atenta a tu salud sin que se sientan como tareas imposibles de cumplir.

La actividad física regular, mantener un peso saludable y priorizar un sueño reparador son hábitos que, según la Organización Mundial de la Salud, contribuyen a reducir factores de riesgo asociados al cáncer de mama. Además, una alimentación equilibrada, rica en frutas, verduras y fibras, junto con la limitación del consumo de alcohol y tabaco, aporta beneficios concretos para tu organismo y bienestar integral.

El manejo del estrés también es importante: reservar tiempo para actividades que te relajen, practicar técnicas de respiración y mantener vínculos sociales saludables contribuye a cuidar no solo de tus mamas sino de tu salud en general.

Por último, conocer tu historial familiar de cáncer de mama o de otras enfermedades hereditarias relacionadas y comentarlo con tu profesional de la salud permite ajustar la frecuencia de los controles y estudios preventivos según tus necesidades particulares. Recordar estos hábitos y acompañarlos con los chequeos regulares fortalece tu estrategia de prevención.

Cuidar tu salud es un conjunto de pequeños gestos diarios que se suman a los controles profesionales y al autoexamen. Entre todas las tareas del día a día, reservar tiempo para vos y tus hábitos de bienestar puede marcar la diferencia en tu prevención.