Cada 22 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Música, una fecha que invita a reconocer su poder para sanar, conectar y generar bienestar. Conversamos con el maestro Julio Pérez, guitarrista y referente de las peñas de Buenos Aires, sobre cómo el canto y la música pueden transformar la vida.
Diversos estudios señalan que escuchar o practicar música tiene efectos terapéuticos: estimula el cerebro, libera endorfinas —los sedantes naturales del cuerpo—, reduce la tensión emocional y hasta puede disminuir la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Además, tocar un instrumento fortalece la memoria y la concentración, mientras que cantar permite expresar emociones y mejorar el estado de ánimo. Como dice una conocida frase: “No canto para ser feliz, soy feliz porque canto.”
En Buenos Aires, los cantobares y peñas musicales se han convertido en espacios donde cualquiera puede animarse a cantar, sin importar la edad o la experiencia. Allí, la música no se mide en virtuosismo, sino en emoción compartida.
“La música te conecta con los demás y con vos mismo”
Charlamos con Julio Pérez, guitarrista y anfitrión de la tradicional Peña de Julio Pérez, un espacio que desde hace 38 años invita a cantar y compartir la pasión por la música popular argentina.
—¿Cuándo nació tu pasión por la guitarra?
Desde los 15 años. En mi familia era habitual juntarse a cantar y tocar la guitarra. Ahí nació mi entusiasmo, de esas reuniones simples pero llenas de alegría.
—Acompañar a personas que no son profesionales debe ser todo un desafío.
Sí, es un oficio que se adquiere con el tiempo. No usamos partituras, así que dependemos mucho del oído melódico. Es cuestión de práctica, de escuchar y de muchos años. Empecé como autodidacta, después estudié armonía y aprendí a leer pentagramas. Tocar en distintos lugares me dio experiencia y me ayudó a reconocer distintos ritmos y estilos.
—¿Creés que cualquiera puede cantar?
Por supuesto. Cualquiera puede hacerlo si se anima. Cantar hace bien, no hace falta ser profesional. Está comprobado que produce felicidad. Además, en las peñas se genera un vínculo muy lindo entre la gente. Hay alegría, camaradería y emoción.
—También acompañás a artistas reconocidos.
Sí, integré el grupo norteño Las Voces del Camino, participé junto a Ricardo Moncalvo en Los Tacunau, acompañé a la cantante Paloma Valdez y actualmente toco con cantantes de tango como Alberto Blanco y Fernando Rodas.
Julio transmite una energía serena y contagiosa. Su guitarra acompaña con respeto y ternura a quien se anima a cantar, sin importar si es la primera vez o si lo hace desde siempre.
“La música te conecta con los demás y con vos mismo”, dice, mientras acomoda las cuerdas antes de una nueva peña. Y en esa frase se resume lo esencial: cantar o escuchar música es una forma de sanar, de aliviar el alma y de celebrar la vida.
En cada nota hay una emoción, en cada melodía una historia, y en cada voz un pedacito de felicidad compartida.