Cada 10 de octubre se celebra el Día de la Danza. En esta ocasión, entrevistamos a Graciela Sánchez, apasionada del tango y promotora del bienestar a través de la danza. En esta charla, nos cuenta cómo llegó el tango a su vida, qué significa para ella bailar y por qué está convencida de que todos, sin importar la edad o la experiencia, podemos encontrar salud, felicidad y conexión en cada paso. 

¿Qué significa para vos la danza?

Para mí, bailar es una forma de expresarme, de sentirme libre, de conectar conmigo misma y con los demás. No se trata solo de seguir un ritmo, sino de liberar emociones, soltar tensiones y reencontrarme con algo muy profundo que vive dentro mío.

¿Cómo descubriste el tango y qué te llevó a elegirlo como tu ritmo?

Fue amor desde la primera clase. Empecé con mucha curiosidad y algo de timidez, como todos. Pero a medida que fui aprendiendo, me di cuenta de que el tango me daba una enorme sensación de bienestar. Esa conexión que se genera con el otro a través del abrazo, es una experiencia sensorial y emocional muy poderosa.

¿Qué le dirías a alguien que quiere bailar pero siente que no puede?

Todos podemos. Solo hay que animarse. Superar ese primer miedo es también una forma de fortalecer la autoestima. Porque cuando uno se enfrenta a un desafío y lo logra, algo adentro cambia.

¿Cuáles son, para vos, los beneficios emocionales y físicos del baile?
Muchísimos. A nivel emocional, el baile nos llena de sensaciones positivas. Se liberan endorfinas, oxitocina, dopamina y serotonina, que son las llamadas “hormonas de la felicidad”. Por eso, después de bailar, uno se siente más contento, más relajado, más conectado. Y en cuanto a la salud física, también es muy completo: ejercita el corazón, fortalece músculos y huesos, mejora el equilibrio y la coordinación. Además, mantiene la mente activa.
¿Creés que el baile también nos enseña sobre nosotros mismos?
Totalmente. Bailar nos ayuda a conocer nuestras emociones, nuestros límites, nuestras inseguridades. También nos enseña a relacionarnos con los otros, a confiar, a escuchar con el cuerpo. Por eso digo que bailar no es solo moverse, es una forma de vivir.
¿Cuál es tu mensaje para quienes aún no se animan?
Que lo intenten. Que se regalen ese momento. Bailar no exige perfección, sino ganas de conectar, de expresarse, de ser. En cada paso podés encontrar libertad, en cada ritmo alegría, y en cada movimiento, tu verdadero yo.